El fútbol no tiene memoria, y menos aún paciencia. Eduardo Camavinga, ese chico que revolucionó al Real Madrid con su energía y su desparpajo, vuelve a estar en el escaparate. Desde Inglaterra, el Newcastle United ha movido ficha con una oferta cercana a los 70 millones de euros para intentar llevárselo. Una cantidad seria, pero en el club blanco no se plantean ni sentarse a hablar.
El francés no es titular fijo, pero su rol en el equipo de Xabi Alonso va mucho más allá de los minutos. Camavinga es de esos futbolistas que cambian la dinámica de un partido con una carrera, una recuperación o una conducción valiente. Y eso, en el Real Madrid, se valora mucho.
Una oportunidad en Anfield
La lesión de Mastantuono le ha abierto la puerta a más protagonismo. Ya se vio en el Clásico, donde Camavinga firmó un encuentro de los que dejan huella. Xabi lo dejó claro en rueda de prensa: “Necesitábamos dominar el centro del campo y Eduardo ha hecho un grandísimo partido”. Palabras que suenan a confianza plena.

Y ahora llega el reto de Anfield, un escenario perfecto para reivindicarse. Si el francés brilla ante el Liverpool, puede dar un golpe encima de la mesa y convencer definitivamente al técnico de que merece ser titular en los duelos grandes.
El Newcastle aprieta
Desde Inglaterra lo ven como una oportunidad única. Con solo 22 años, Camavinga ya ha ganado todo con el Real Madrid y su margen de crecimiento es enorme. El Newcastle quiere construir un proyecto ambicioso y cree que el francés puede ser el eje del futuro.
Pero en Chamartín no están por la labor. El club blanco no contempla su salida bajo ningún concepto. Florentino Pérez y Xabi Alonso coinciden: Camavinga es parte del futuro.

El propio jugador lo sabe. No se desespera, ni busca escapar. Tiene claro que su sitio está en Madrid y que el camino hacia la titularidad pasa por el trabajo diario. Si algo le sobra a Eduardo es carácter.
Por eso, aunque el dinero de la Premier suene tentador, su respuesta es simple: quiere triunfar en el Real Madrid. Donde siempre soñó jugar. Donde siente que aún tiene mucho por decir.