En Anfield no corren buenos tiempos. El Liverpool atraviesa una crisis que preocupa a su capitán, Virgil van Dijk, quien ha lanzado un mensaje que ha encendido todas las alarmas. “He dicho repetidamente que esta temporada será dura. No es solo por lo que pasa en el campo, sino también por lo que pasa fuera de él”, confesó el neerlandés tras la última derrota ante el Chelsea.
El conjunto de Arne Slot no encuentra el rumbo. Los ‘reds’ han encadenado tres derrotas consecutivas entre Premier y Champions, y el ambiente empieza a enrarecerse. En el vestuario hay tensión y la sensación de que algo no funciona. La declaración de Van Dijk no hace más que confirmar que el problema va más allá del césped.
Un Liverpool sin rumbo
El equipo no tiene identidad. Las rotaciones de Slot no han cuajado, y jugadores clave como Salah o Wirtz —su fichaje estrella— no terminan de rendir al nivel esperado. El técnico neerlandés, que llegó con la difícil misión de hacer olvidar a Klopp, empieza a estar en el punto de mira pese a ganar la Premier League la pasada temporada.

Los aficionados, por su parte, están impacientes. Anfield, acostumbrado a pelear por todo, se ha convertido en un volcán. Los resultados no acompañan y las declaraciones del capitán solo avivan el fuego. Van Dijk, siempre mesurado, ha querido dejar claro que la situación preocupa también dentro del vestuario.
El Real Madrid, atento
En el Real Madrid observan todo con atención. El enfrentamiento entre ambos equipos será el 4 de noviembre, y en el club blanco saben que llegarán en contextos muy diferentes. Los de Xabi Alonso viven un gran momento, líderes en LaLiga y con plena confianza en su juego.

Antes de ese choque, el Madrid afrontará un calendario exigente: Getafe (19 de octubre), Juventus (22), Barcelona (26) y Valencia (1 de noviembre). Partidos duros, sí, pero con el equipo en clara línea ascendente.
Mientras tanto, el Liverpool parece un polvorín a punto de estallar. Problemas internos, falta de resultados y un vestuario inquieto. El 4 de noviembre puede ser un día largo para los ‘reds’ si no consiguen recomponer el rumbo.