Xabi Alonso ha dicho basta. El técnico del Real Madrid salió de Anfield con una decisión tomada: Dean Huijsen irá al banquillo. No fue un arrebato ni una reacción del momento, sino una conclusión que se venía gestando desde hace semanas. El central neerlandés volvió a quedarse corto en un gran escenario y el técnico no quiere repetir errores.
El Real Madrid cayó 1-0 frente al Liverpool, pero el marcador fue lo mejor del partido para los blancos. Courtois evitó una goleada, mientras la defensa hacía aguas por todas partes. Y en el centro de esa tormenta, un nombre: Huijsen.
Superado de principio a fin
El joven central se vio desbordado por el ritmo del partido. Su tranquilidad habitual, que a veces roza la pasividad, se transformó en peligro. Perdió balones en zonas prohibidas, llegó tarde a varios cruces y no supo imponerse en los duelos con Hugo Ekitiké.
En el vestuario del Madrid hay comprensión por su juventud, pero también preocupación. “Le pesa el escenario”, comentaban anoche en voz baja desde el entorno del cuerpo técnico. No es la primera vez que le ocurre: ante la Real, fue expulsado en la primera parte; en el derbi contra el Atlético, también sufrió un calvario.
El regreso de Rüdiger cambia todo
Con Antonio Rüdiger a punto de recibir el alta médica, la ecuación parece clara. El alemán volverá al once y formará pareja con Éder Militao en los partidos importantes. Xabi Alonso considera que Huijsen necesita parar, resetear y recuperar confianza.
La idea no es castigarle, sino protegerle. Pero en el Madrid, los errores cuestan caro. Y más si se repiten en noches grandes.
La situación de Huijsen se suma a la de Franco Mastantuono, que tampoco termina de despegar. Ambos llegaron como los grandes proyectos del futuro blanco, pero su rendimiento reciente ha sembrado dudas.
Xabi Alonso deberá encontrar el equilibrio entre exigir y tener paciencia. De momento, el mensaje ha sido claro: los méritos mandan. Y tras Anfield, Huijsen ha perdido el suyo. El domingo, en Vallecas, todo apunta a que tendrá otra oportunidad ante la ausencia de efectivos, pero con la presión de convencer.