Vinicius volvió a brillar en el Bernabéu. Doblete, MVP y una sonrisa de las que contagian. El brasileño fue el gran protagonista del 3-1 ante el Villarreal y quiso celebrarlo en redes. “Las noches en el Bernabéu son mágicas…”, escribió en su cuenta de Instagram junto a varias fotos de la victoria.
Hasta ahí, todo normal. Lo curioso llegó después. Entre los miles de comentarios apareció uno que no pasó desapercibido: el de Savinho, jugador del Manchester City. El extremo brasileño dejó dos emojis, una pistola y una llama de fuego. Un guiño a su compatriota y amigo, pero también un gesto que seguro no ha hecho demasiada gracia en Manchester.
Un gesto que cruza fronteras
Vinicius y Savinho se conocen bien. Coinciden en la selección brasileña y mantienen una relación muy cercana fuera del campo. Comparten bromas, rutinas de entrenamiento y, sobre todo, una conexión futbolística especial. El problema es que el City no suele ver con buenos ojos este tipo de “coqueteos” con jugadores del Real Madrid.
Guardiola es exigente con la imagen del grupo y con la concentración de sus futbolistas. Savinho, que acaba de renovar su contrato hasta 2031, es considerado una joya en desarrollo y uno de los proyectos más importantes del club. De ahí que este pequeño gesto haya generado cierto revuelo interno.
Savinho, futuro asegurado en el City
El Manchester City ha blindado a su joven extremo tras meses de negociaciones. Savinho firma hasta junio de 2031 y se convierte en una pieza clave del futuro del Etihad. El Tottenham intentó ficharlo el pasado verano, pero el club inglés bloqueó cualquier salida. “Es un jugador con un ritmo increíble y puede jugar por ambos lados”, reconoció Guardiola hace unas semanas.
El brasileño ha ido creciendo esta temporada. Después de una lesión que lo mantuvo fuera del inicio, volvió con fuerza y ya ha sumado goles y asistencias en Premier. Su gran reto: consolidarse y ganarse un puesto en la lista de Brasil para el Mundial.
Eso sí, su última reacción con Vinicius demuestra algo claro: entre los cracks brasileños hay química… y ni siquiera Guardiola puede controlar eso.