Hace nada todo apuntaba a que Ibrahima Konaté vestiría de blanco. En Valdebebas daban por hecha su llegada. Había sintonía, incluso ilusión. Pero el fútbol, ya se sabe, cambia en un pestañeo.
De repente, el Madrid frenó. Xabi Alonso, prudente como siempre, pidió calma. Quiso revisar nombres, revisar sensaciones… y la brújula giró hacia otro lado.
Ahora, el elegido parece ser Dayot Upamecano, un viejo conocido del técnico. Lo ha sufrido en Alemania y sabe bien lo que aporta: fuerza, colocación y un punto de liderazgo que seduce a cualquiera.
El giro inesperado
En el club hablan de lógica deportiva. Upamecano entra en la edad perfecta, conoce a medio vestuario francés y su contrato con el Bayern no tiene muchas barreras. Es un movimiento más fácil, más limpio.

Mientras tanto, Konaté observa desde Liverpool. Su entorno no lo dice, pero hay cierta decepción. Hace semanas bromeaba con amigos sobre “irse al Bernabéu”, incluso se dejaba querer ante las cámaras. Hoy, el silencio manda. Y eso en el fútbol suele ser una mala señal.
Konaté, de deseo a olvido
Florentino lo tenía en la lista, pero el mercado es caprichoso. Entre llamadas, informes y agendas, el central ha pasado de objetivo prioritario a opción aparcada. Y lo curioso es que no ha hecho nada mal. Su partido ante el Madrid fue impecable. Pero a veces no basta.

En Anfield lo celebran en silencio. Slot, encantado. El club ya prepara una renovación para atarlo, consciente de que su valor sigue subiendo.
Así que lo que parecía un fichaje cantado se ha esfumado. El Madrid mira a otro lado y Konaté, probablemente, seguirá sonriendo con esa mezcla de orgullo y resignación. En el fútbol, los giros de guion no avisan.