El Barcelona es un polvorín, y gran parte de culpa la tiene Joan Laporta. El presidente del club catalán, más preocupado por ser un show-man que por llevar a buen puerto el futuro del FC Barcelona, ha condenado a los suyos. Y todo por querer competir con el Real Madrid cuando eso es algo imposible.
¿El motivo? La construcción del Camp Nou. O, mejor dicho, los retrasos en las obras del nuevo estadio (o reciclado estadio, mejor dicho) culé. Y es que por culpa de los impagos, la falta de autorizaciones pertinentes y la negligente gestión en la construcción, el estadio culé no está siendo nada rentable para la economía del club azulgrana.
Bochornosa gestión
El FC Barcelona hizo una previsión muy optimista sobre la rentabilidad en su estadio. La venta de los palcos, así como el gran impacto económico que tendría la venta de merchandising en la tienda oficial del club, no está viendo resultados debido al retraso en la construcción del ‘templo culé’.

Y, como todos los caminos conducen a Roma, en este caso todas las culpas acaban apuntando al de siempre, a Joan Laporta. No ha sabido gestionar los tiempos como tocaba, la vuelta al Camp Nou se ha precipitado y los culés están que trinan ante el desastroso regreso a su estadio.
No le sale ni una bien a Laporta, que ya le ve las orejas al lobo puesto que el barcelonismo se está posicionando en su contra ante los continuos perjuicios a su afición. Su gestión no solamente es pésima en lo económico, sino que también es perjudicial en lo deportivo y en lo social para el club culé.